viernes, 30 de mayo de 2025

Kamijo desata el poder del visual kei en la Ciudad de México

Hola!! Les comparto mi crónica para 'La Jornada' del reciente concierto de Kamijo en la CDMX.

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Kamijo, referente del visual kei japonés y eterno "príncipe vampírico", regresó la noche del 28 de mayo a la Ciudad de México con su "The Americas Tour 2025 - MASTERPIECE". El espectáculo fue más que un concierto: una experiencia teatral, musical y profundamente emocional, donde la nobleza y el dramatismo se fusionaron con distorsiones eléctricas de guitarras. "Loca, no. Elegancia", así definió, en español, su estilo.  

El músico, quien inició su carrera en los años 90 con el grupo Lareine y alcanzó reconocimiento global con la banda Versailles, lleva más de dos décadas explorando una fusión entre metal sinfónico, ópera rock y romanticismo francés. Su propuesta no es solo musical, sino narrativa: en cada canción hay una historia, una tragedia, una exaltación de lo sublime y lo grotesco.  

Versailles marcó una época en el género visual kei con su concepto de “nobleza musical”, combinando guitarras virtuosas y un imaginario barroco y victoriano. Como solista, Kamijo ha llevado esa estética aún más lejos, acercándose a lo operístico y a una especie de “metal de cámara” donde lo melódico y lo dramático se abrazan.

El setlist, compartido con los fans latinoamericanos en Chile y Brasil, estuvo diseñado como un viaje sonoro por los rincones más elegantes y oscuros de su discografía. La velada inició con "Theme of Sang" y "Nosferatu", una declaración de intenciones en forma de marcha épica con riffs densos y atmósferas sombrías que evocan los grandes scores de cine gótico. La batería de Shuji (ex Janne Da Arc) golpeaba con solemnidad, mientras las guitarras gemelas de Hiro (la'cryma christi) y Yuki (Rayflower) y el bajo de Ikuo (Rayflower) dibujaban notas trágicas en el aire.

"Yamiyo no Lion" encendió al público con su ritmo más marcado y teatral. Las luces giratorias y los movimientos escénicos del vocalista evocaron un París onírico y siniestro. La audiencia, vestida en muchos casos con atuendos inspirados en el visual kei, respondió con vítores.

Le siguió "Bara wa Utsukushiku Chiru", uno de los temas más representativos de Kamijo durante su época en Lareine, donde el romanticismo decadente alcanza su clímax. En vivo, la canción se convierte en una balada poderosa, y la teatralidad vocal del japonés, que alterna entre susurros melancólicos y alaridos apasionados.

Unos de los momentos más memorables se vivieron con "mademoiselle", "Castrato", "Utsukushii hibi no kakera", "Louis ~Enketsu no La Vie en Rose~", pieza que Kamijo ha presentado como una ópera rock moderna. En su ejecución en México, cada parte fue una escena de una obra sin palabras, con interpretaciones intensas de toda la banda. 

Los fanáticos, ataviados con ropa de estilo gótico, victoriano y visual kei, portando rosas naturales, de plástico e incluso iluminadas, presenciaron un Kamijo emocional, agradecido con el público mexicano y totalmente inmerso en su personaje. El artista se tomó un momento para hablar en español y agradecer la pasión del otro lado del escenario. Recordó sus anteriores visitas al país en 2010, 2012 y 2017 con Versailles: "¡Los extrañé!".

Más allá de los acordes, el concierto fue un despliegue de sensibilidad estética y narración de tragedias y amor profundo. Kamijo no sólo canta, sino que interpreta, habita sus canciones, las encarna. Su música no busca la simple catarsis rockera, es una experiencia escénica total, en la que cada elemento —voz, instrumentos, movimientos— cuenta una parte de una obra poética. Por eso su lugar dentro del visual kei es tan central: representa la evolución del género hacia una expresión cada vez más compleja y teatral.

"The Anthem", canción llena de melancolía y un sonido intenso y que contó con un increíble performance del músico, fue aún más emotivo cuando agarró una bandera mexicana que le extendió uno de los asistentes y la sostuvo como estandarte de orgullo. 

Tras ello, desapareció junto al resto de la banda. Las aclamaciones hacia él con un "Olé, olé, olé, Kamijo", los hizo volver, para tocar los acordes de esta ovación. Después de más de hora y media de concierto, el cantautor se despidió con "Moulin Rouge", "NOBLESS OBLIGE" y "Vampire Rock Star", cerrando el espectáculo con una nota melancólica, casi cinematográfica. El telón final no cayó con estruendo, sino con la elegancia de una reverencia final.

Antes de despedirse, agradeció el sold-out del evento y lo celebró tomando un shot de tequila junto a los miembros de la banda, sonriendo a un público que lo coreó en todo momento y le brindó una recepción cálida.

México fue, una vez más, testigo del poder de una visión artística que se niega a ser diluida por el tiempo o las modas. Kamijo no solo ofreció un recital; nos permitió entrar a su universo de rosas sangrantes, nobles caídos y sinfonías eternas. Y los mexicanos, entregados como siempre, le devolvieron ese acto de belleza con amor y aplausos sin fin.

@YukiVongola

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