jueves, 3 de agosto de 2017

[La Jornada] La chica literata en Japón

Viajar a Japón es uno de los sueños de muchas personas fanáticas al anime/manga; conocer ese mundo que estas formas de expresión nos pinta tan colorido, tecnológico y místico con sus tradiciones, leyendas, creencias.

Sin presumir, pasé unas semanas en el país del sol naciente y, la verdad, regresé maravillada por lo que vi, sentí y experimenté: la amabilidad de la gente, que cuando te pierdes o te ven perdido te llevan prácticamente de la mano hasta tu destino, tantos templos budistas y santuarios sintoístas conviviendo con los grandes edificios, los castillos de antiguos samuráis que se erigen orgullosos e imponentes, los jóvenes vistiendo sus mejores yukatas para el verano, los festivales con puestos de comida y fuegos artificiales, el anime manga por todos lados, siendo anunciados en las televisiones gigantes de Akihabara, el monte Fuji resguardando todo Japón con su vista...

Todas estas vistas las conocemos gracias a la cultura pop japonesa.

Cada vez que veía a otros turistas me preguntaba por qué habían decidido pasar sus vacaciones en Japón, si conocían algo de su historia o cultura. En mi caso, el anime y manga fueron mis motores principales, sin embargo, para realizar el viaje me preparé al estudiar el idioma, el interés por sus tradiciones, literatura, cultura, música, historia, leyendas y mitos ya los poseía, gracias al manga/anime

Es decir, una persona que gusta de esto sabe mucho más que cualquier otra, ya que el gusto por estos derivará al friki, otaku o como queramos llamarnos, a querer buscar más y saber más sobre los hechos, personajes, locaciones, frases, festividades, costumbres, actores de voz, cantantes, mangakas que nos presentan en sus historias, y más allá de éstas.


Por tanto, ir a Japón es conocer los paisajes de la ciudad portuaria de Yokohama que vemos en Bungo Stray Dogs; es ver esos uniformes de marineritos en los niños de primaria, como en Sakura Card Captor; es comer okonomiyaki, como aquellos que Ukyo le prepara a Ranma; es vivir la vida nocturna en Shibuya, tal como Pumpkinmon y Gotsumon en Digimon; es recordar los periodos de guerra civil que convirtieron a Japón en lo que es hoy, inevitablemente pensando en Rurouni Kenshin o, a su modo, Gintama; es sentir tristeza e indignación al estar frente al Genbaku Dome, único edificio que se mantuvo de pie ante la bomba atómica en Hiroshima, hecho marcado en la trágica Hadashi no Gen; es escuchar las cigarras cantar, sonido para nosotros reconocidos en aquellas historias enfocadas a la vida diaria de los personajes en verano; eso y más es Japón para nosotros.

En mi estadía, se estrenaron dos películas que yo esperaba con ansias para este verano: el live-action de Gintama y Pokémon: yo te elijo. De ambas se hizo mucha publicidad: para la primera, el protagonista intentaba robarle cámara al actor escogido para interpretar a Gintoki; en la otra, un periódico dedicado solamente para hablar sobre Ash y Pikachu en esta nueva aventura. 

Hablando de lo anterior, ir a los Centro Pokémon es todo un caso, ya que personas de todas las edades van a adquirir productos o jugar con otros fans; además, había un rally en las estaciones de trenes de Tokyo de sellitos de varias de estas criaturas. Manera curiosa y divertida de promocionar algo.

De igual manera, la película más taquillera en todo el tiempo de Japón, Kimi no na wa (que se estrenará en México el primer fin de semana de agosto), que le quitó tal puesto al Estudio Ghibli con El viaje de Chihiro, sigue siendo un éxito, ya que es anunciado su próximo lanzamiento en dvd y blueray en cada librería, tienda de discos, en las estaciones y en enormes edificios de las zonas de Akihabara, Shinjuku e Ikebukuro. 

Saber que en Japón se alocan tanto como nosotros en estas cosas es genial, sólo que nosotros no llegamos a un nivel tan profesional. Una vez que llegas, sólo quieres poner en práctica las muchas o pocas palabras o frases que uno ha aprendido, o los conocimientos sobre tal o cual samurái, o sobre lugares o festivales, o lo que sea que el anime y manga nos puedan ofrecer.
Estar en Japón es sentirse en otro mundo, y cómo no, al llegar a México lo primero que escuché fueron los tonos pesados e irritados de los trabajadores del Instituto Nacional de Migración, cosa contraria allá, donde siempre hay disposición y amabilidad por parte de ellos. Claro, el sueldo y condiciones de vida permiten comportarse civilizadamente, 

En fin, es toda una experiencia, y con lo que me quedo es que gracias a mi interés por el manga y anime he expandido más intereses, desde el idioma hasta adentrarme en aquellos factores que hicieron que Japón sea lo que actualmente es, combinando lo tradicional con la tecnología, para mantenerse fresco y seguir cautivando al mundo como sólo ellos saben hacerlo.

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