Han pasado algunos días desde que el sismo de magnitud 8.2, en escala de Richter, asustó al pueblo mexicano, sobre todo en los estados de Chiapas y Oaxaca, recordando la sombra de aquél que hubo en 1985, y con el temor de que un próximo terremoto vuelva a azotarnos en un tiempo próximo.
Con las muertes y daños que se han sufrido, sólo se puede pensar en algo, ¿no se pueden prevenir los embates de la naturaleza? Si bien hay expertos que afirman que hay señales de advertencia y otros niegan que se puedan evitar, lo cierto es que sí existen medidas que pueden reducir los estragos de estos desastres naturales.
Tokyo Magnitud 8.0, historia del 2009 original de los Estudios Bones y Kinema Citrus, fue realizada con el propósito de que los japoneses, aunque bien ahora podría sernos útil en México, tengan consciencia sobre el peligro que representan los sismos y qué hacer durante y después de que estos ocurran.
El anime está basado en estudios científicos sobre el fenómeno sismológico, el cual es muy recurrente en Japón, y tuvo como propósito dar a conocer a la población los resultados de una investigación que concluía que en dos años después de su estreno, para el 2011, un fuerte terremoto sacudiría a este país. Y, efectivamente, así sucedió, con una magnitud de 9.0 y un tsunami, además.
Regresando a la historia del anime, todo sucede un día de verano en que Miari, una adolescente hastiada por la mala relación con sus padres, se ve obligada a acompañar a su hermano menor, Yuuki, a una exposición de robots en Odaiba. Cuando a ella le da un brote de ira respecto a su propia vida, desea que ojalá el mundo se destruyera, y como lo desea así sucede.
El icónico Puente Arcoiris en Odaiba se derrumba bajo el mar, matando del impacto a los conductores; la Torre de Tokyo cae sobre los turistas y trabajadores de cuello blanco que pasan por ahí, así como de los grandes edificios de la metrópolis; todo retumba, se mueve, es destruido y los gritos de dolor y confusión resuenan por todas partes. Estos momentos se ven bastante realistas gracias al trabajo en la animación, ya que, a momentos, pareciera que estamos presenciándolo.
Con la ayuda de Mari, una chica que está preocupada por su bebé y sus padres que están en otra ciudad, los dos niños ven un poco más de esperanza en su paisaje desolador, en que no sólo vasta el desastre de la naturaleza sino el egoísmo de los propios humanos por aprovecharse de la situación para dañar a otras personas, en vez de unirse ante tal crisis.

Los japoneses toman en serio los simulacros que se efectúan con regularidad y, pese su cultura en prevención de terremotos y tsunamis, la cifra en el 2011 de muertos superó los veinte mil, debido al poder destructivo del movimiento trepidatorio y las grandes olas de más de diez metros de altura; en el sismo de México en 1985, de 8.1 grados, se combinó éste con el tipo oscilatorio, teniendo como resultado doce mil muertos, aproximadamente. Hasta el momento de escribir esta columna, el terremoto registrado el primer jueves de septiembre del presente año, de tipo oscilatorio y con una fuerza de 8.2, ha dejado cerca de cien bajas humanas.

De verdad espero no tener que vivir una situación tan extrema como la representada en este anime, o la experiencia de lo ocurrido en el 2011, o la que vivieron nuestros padres y abuelos en nuestro país.