Ahora
que el volcán hawaiano Kilauea ha entrado en erupción y ha abierto
veinte fisuras sobre la zona, causando que la lava destruyera ya algunas
viviendas, es inminente, hasta el momento de escribir estas líneas, que
ocurra otra erupción, pero a una escala mucho mayor. Lo cierto es que
es uno de los fenómenos naturales más interesantes, y nos hace pensar
qué haríamos nosotros ante tal situación. En Japón, durante muchos
siglos, las personas veían el poder interno del volcán como el mejor
método para suicidarse; claro que en México se usan más las vías del
metro y sólo se contemplan los volcanes que tenemos aquí, pero hablamos
de Japón, un país que en varios aspectos resulta muy extraño para
nosotros y, entre ellos, se encuentra el volcán del suicidio.
También en Izu, se encuentra la isla Aogashima, que está formada por un volcán y, dentro de éste, hay otro. Viven en ella menos de 300 habitantes. El que el volcán esté inactivo ha generado seguridad para que la isla tenga ocupantes. Para acceder a ella por barco o helicóptero es un tanto difícil, ya que en el mar hay muchos precipicios y yacimientos de roca volcánica, y abunda la niebla que dificulta la visibilidad. Se puede hacer un recorrido dentro del volcán interior, Otonbu. Es interesante señalar, aparte de que la gente vive dentro de un volcán dentro de otro, es que se mantienen con energía geotérmica.
Un manga que retoma el elemento del volcán como parte de la vida humana es Bokura no Funka Matsuri,
de Keigo Shinzo, que nos relata cómo el pueblo Kanematsu es
parcialmente devastado por la erupción de su volcán guardián. Este
desastre natural es visto bajo las perspectivas de dos adolescentes,
Toyama y Sakurajima; el primero, añora cómo era el pueblo en el pasado y
le irrita ver el cambio en él, entre ellos, que brota una fuente termal
en su casa, destruyéndola en su paso; mientras que Sakurajima está
entusiasmado por su transformación y quiere aprovechar las oportunidades
que se presenten a raíz de lo sucedido.
Traducido como Nuestro festival de la erupción, el manga posee un estilo irónico y sencillo, cuya historia es refrescante y no tan convencional, en que lo más llamativo es cómo, tras la erupción del volcán, sus habitantes afrontan los cambios que la nueva realidad les ofrece, siendo eso lo que ocasiona que los puntos de vista de los chicos lleguen a chocar, lo que es parte de la tensión en la trama.
Hemos visto en los anteriores párrafos tres miradas diferentes sobre los volcanes. Son parte de nuestra Tierra y, si bien cuando erupcionan hacen muchos estragos en la vida humana, es un fenómeno natural que, en mi opinión, es muy hermoso ver la lava fluyendo con esos colores tan brillantes. Es la máxima fuerza de la naturaleza y, por lo mismo, hay que tenerle respeto y admiración. Y, por lo mismo, llama mi atención el que los japoneses escogieran el monte Mihara, así como el famoso bosque Aokigahara (que está a las faldas del monte Fuji, y que es conocido por la gran cantidad de suicidios que se llevan a cabo cada año, del cual hay una película que habla al respecto, El bosque siniestro), es decir, en la naturaleza, para terminar con sus vidas; quizá porque tanto los montes como los bosques, para los japoneses, tienen gran poder espiritual, y es mejor para que sus almas encuentren algo de paz, pero es cierto que el factor social de no ser una carga para otros con sus muertes es algo muy arraigado dentro de su cultura.
El
volcán del monte Mihara no tiene una reputación muy buena, más bien
trágica y algo tétrica. Ubicada en la península de Izu, el monte Mihara
se alza como un volcán activo, cuya última erupción fue en 1990,
teniendo registros de que cada 100-150 años despierta de su sueño. Lo
que es más conocido de este lugar es que desde finales del siglo XVII
hasta mediados, aproximadamente, del siglo XX, la gente, de entre 20-40
años, acudía a suicidarse, ya que muy fácil acceder a la cuenca
volcánica, además que así no molestaban a terceros con su muerte, como
sucedería si se arrojaran a las vías del metro. En 1936 se registró la
mayor cantidad de suicidios cometidos: más 600 muertes, números que
posiblemente aumentaron con la tensión de la Segunda Guerra Mundial.
En
el pasado siglo, los habitantes del pueblo cercano al monte Mihara se
aprovecharon de la popularidad para convertirse en guías turísticos, ya
que muchas personas acudían al lugar por morbo y, si era posible, para
ver algún suicidio. Después de unos años, la policía cercó la caldera
volcánica para dificultar el propósito de los suicidas, lo cual sí ha
bajado las cifras, aunando el hecho de que es ilegal ahora comprar un
boleto sólo de ida a este lugar, puesto que las intenciones son obvias.
Como datos curiosos, este volcán es famoso por ser el sitio en que el gobierno japonés entierra a Godzilla en la película El retorno de Godzilla, y por ser liberado éste tras una erupción en Godzilla vs Biollante.
También en Izu, se encuentra la isla Aogashima, que está formada por un volcán y, dentro de éste, hay otro. Viven en ella menos de 300 habitantes. El que el volcán esté inactivo ha generado seguridad para que la isla tenga ocupantes. Para acceder a ella por barco o helicóptero es un tanto difícil, ya que en el mar hay muchos precipicios y yacimientos de roca volcánica, y abunda la niebla que dificulta la visibilidad. Se puede hacer un recorrido dentro del volcán interior, Otonbu. Es interesante señalar, aparte de que la gente vive dentro de un volcán dentro de otro, es que se mantienen con energía geotérmica.
Kanematsu,
por sus nuevas aguas termales, se convierte en un sitio turístico y
empieza a crecer industrialmente también. Toyama, al ver cómo los campos
verdes se ven contaminados, es infeliz, nada que ver con Sakurajima,
quien se emociona por las tiendas y nuevas actividades que mantienen
ruidoso al pueblo.
Traducido como Nuestro festival de la erupción, el manga posee un estilo irónico y sencillo, cuya historia es refrescante y no tan convencional, en que lo más llamativo es cómo, tras la erupción del volcán, sus habitantes afrontan los cambios que la nueva realidad les ofrece, siendo eso lo que ocasiona que los puntos de vista de los chicos lleguen a chocar, lo que es parte de la tensión en la trama.
Hemos visto en los anteriores párrafos tres miradas diferentes sobre los volcanes. Son parte de nuestra Tierra y, si bien cuando erupcionan hacen muchos estragos en la vida humana, es un fenómeno natural que, en mi opinión, es muy hermoso ver la lava fluyendo con esos colores tan brillantes. Es la máxima fuerza de la naturaleza y, por lo mismo, hay que tenerle respeto y admiración. Y, por lo mismo, llama mi atención el que los japoneses escogieran el monte Mihara, así como el famoso bosque Aokigahara (que está a las faldas del monte Fuji, y que es conocido por la gran cantidad de suicidios que se llevan a cabo cada año, del cual hay una película que habla al respecto, El bosque siniestro), es decir, en la naturaleza, para terminar con sus vidas; quizá porque tanto los montes como los bosques, para los japoneses, tienen gran poder espiritual, y es mejor para que sus almas encuentren algo de paz, pero es cierto que el factor social de no ser una carga para otros con sus muertes es algo muy arraigado dentro de su cultura.
Por mientras, esperemos que el Kilauea no tenga una explosión que deje muchos daños, y que nuestro Popocatépetl y el volcán de Yellowstone no decidan despertar por su movimiento.
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