lunes, 28 de mayo de 2018

[La Jornada] El volcán del suicidio y otras vistas desde el manga y Japón

Ahora que el volcán hawaiano Kilauea ha entrado en erupción y ha abierto veinte fisuras sobre la zona, causando que la lava destruyera ya algunas viviendas, es inminente, hasta el momento de escribir estas líneas, que ocurra otra erupción, pero a una escala mucho mayor. Lo cierto es que es uno de los fenómenos naturales más interesantes, y nos hace pensar qué haríamos nosotros ante tal situación. En Japón, durante muchos siglos, las personas veían el poder interno del volcán como el mejor método para suicidarse; claro que en México se usan más las vías del metro y sólo se contemplan los volcanes que tenemos aquí, pero hablamos de Japón, un país que en varios aspectos resulta muy extraño para nosotros y, entre ellos, se encuentra el volcán del suicidio.

El volcán del monte Mihara no tiene una reputación muy buena, más bien trágica y algo tétrica. Ubicada en la península de Izu, el monte Mihara se alza como un volcán activo, cuya última erupción fue en 1990, teniendo registros de que cada 100-150 años despierta de su sueño. Lo que es más conocido de este lugar es que desde finales del siglo XVII hasta mediados, aproximadamente, del siglo XX, la gente, de entre 20-40 años, acudía a suicidarse, ya que muy fácil acceder a la cuenca volcánica, además que así no molestaban a terceros con su muerte, como sucedería si se arrojaran a las vías del metro. En 1936 se registró la mayor cantidad de suicidios cometidos: más 600 muertes, números que posiblemente aumentaron con la tensión de la Segunda Guerra Mundial.

En el pasado siglo, los habitantes del pueblo cercano al monte Mihara se aprovecharon de la popularidad para convertirse en guías turísticos, ya que muchas personas acudían al lugar por morbo y, si era posible, para ver algún suicidio. Después de unos años, la policía cercó la caldera volcánica para dificultar el propósito de los suicidas, lo cual sí ha bajado las cifras, aunando el hecho de que es ilegal ahora comprar un boleto sólo de ida a este lugar, puesto que las intenciones son obvias.

Como datos curiosos, este volcán es famoso por ser el sitio en que el gobierno japonés entierra a Godzilla en la película El retorno de Godzilla, y por ser liberado éste tras una erupción en Godzilla vs Biollante.

También en Izu, se encuentra la isla Aogashima, que está formada por un volcán y, dentro de éste, hay otro. Viven en ella menos de 300 habitantes. El que el volcán esté inactivo ha generado seguridad para que la isla tenga ocupantes. Para acceder a ella por barco o helicóptero es un tanto difícil, ya que en el mar hay muchos precipicios y yacimientos de roca volcánica, y abunda la niebla que dificulta la visibilidad. Se puede hacer un recorrido dentro del volcán interior, Otonbu. Es interesante señalar, aparte de que la gente vive dentro de un volcán dentro de otro, es que se mantienen con energía geotérmica.


Un manga que retoma el elemento del volcán como parte de la vida humana es Bokura no Funka Matsuri, de Keigo Shinzo, que nos relata cómo el pueblo Kanematsu es parcialmente devastado por la erupción de su volcán guardián. Este desastre natural es visto bajo las perspectivas de dos adolescentes, Toyama y Sakurajima; el primero, añora cómo era el pueblo en el pasado y le irrita ver el cambio en él, entre ellos, que brota una fuente termal en su casa, destruyéndola en su paso; mientras que Sakurajima está entusiasmado por su transformación y quiere aprovechar las oportunidades que se presenten a raíz de lo sucedido.

Kanematsu, por sus nuevas aguas termales, se convierte en un sitio turístico y empieza a crecer industrialmente también. Toyama, al ver cómo los campos verdes se ven contaminados, es infeliz, nada que ver con Sakurajima, quien se emociona por las tiendas y nuevas actividades que mantienen ruidoso al pueblo.

Traducido como Nuestro festival de la erupción, el manga posee un estilo irónico y sencillo, cuya historia es refrescante y no tan convencional, en que lo más llamativo es cómo, tras la erupción del volcán, sus habitantes afrontan los cambios que la nueva realidad les ofrece, siendo eso lo que ocasiona que los puntos de vista de los chicos lleguen a chocar, lo que es parte de la tensión en la trama.

Hemos visto en los anteriores párrafos tres miradas diferentes sobre los volcanes. Son parte de nuestra Tierra y, si bien cuando erupcionan hacen muchos estragos en la vida humana, es un fenómeno natural que, en mi opinión, es muy hermoso ver la lava fluyendo con esos colores tan brillantes. Es la máxima fuerza de la naturaleza y, por lo mismo, hay que tenerle respeto y admiración. Y, por lo mismo, llama mi atención el que los japoneses escogieran el monte Mihara, así como el famoso bosque Aokigahara (que está a las faldas del monte Fuji, y que es conocido por la gran cantidad de suicidios que se llevan a cabo cada año, del cual hay una película que habla al respecto, El bosque siniestro), es decir, en la naturaleza, para terminar con sus vidas; quizá porque tanto los montes como los bosques, para los japoneses, tienen gran poder espiritual, y es mejor para que sus almas encuentren algo de paz, pero es cierto que el factor social de no ser una carga para otros con sus muertes es algo muy arraigado dentro de su cultura.


Por mientras, esperemos que el Kilauea no tenga una explosión que deje muchos daños, y que nuestro Popocatépetl y el volcán de Yellowstone no decidan despertar por su movimiento. 

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